Hace más o menos tres mil años que los chinos definieron la existencia de una energía que desde antes de la creación mantiene su esencia, y es la que mantiene el equilibrio de los planetas en el universo, así como de la de los vegetales y de todo cuanto tenga vida. La energía o fuerza vital es indispensable para vivir, para estar saludable y alegres; además es indispensable incrementarla, equilibrarla y recuperarla cuando enfermamos , caemos en depresión o tenemos alguna pequeña fatiga.
Esta energía existe antes de los tiempos; según los chinos, antes que los seres vivos, antes que el universo. Fueron sus ondulantes movimientos los que dieron origen a las estrellas, planetas, la naturaleza, en fin todo lo que podemos concebir, todo cuanto vemos. Esta noble fuerza habita en todo lo existente, de una u otra forma; y no solo habita en cada parte de la naturaleza, sino que además suministra crecimiento, evolución, acción y hasta provee de pensamientos al ser humano.
Otro aspecto interesante es que no hay una sola clase de Ki sino que se diferencia por su transmisor: el Ki celestial del Sol y la Luna, y el Ki de la Tierra. De otra parte, es sabido que determinadas personas nacen con un Ki sanador; que usualmente terminan desarrollando alguna disciplina o arte curativo; es decir, poseen un Ki interior destinado al prójimo, dirigido a la mejora de los demás. Pero finalmente todos poseemos un Ki interior. Podemos entonces afirmar que existe un "Ki Interior", el de las personas o cosas de la naturaleza, y un "Ki Exterior" proveniente del planeta y del universo.
En consecuencia, esa energía que circula dentro de nosotros, esa fuerza que nos da vitalidad, esa energía que dirige los procesos fisiológicos, biológicos así como nuestros movimientos es el Ki, o también denominada la "Fuerza Vital de Vida" que los sanadores aprenden a guiar en favor del bienestar de la humanidad.